LOS ANTIGUOS PALOS Y BOLAS DE GOLF
LOS ORÍGENES
Las herramientas de golf siguen siendo tan ricas y variadas como lo eran en los principios del juego en Escocia, y hoy en día muchos aficionados se dedican con gran entusiasmo a coleccionar palos antiguos.
Desde comienzo del siglo XVIII hasta mediados del XIX un jugador de golf salía al campo armado con al menos una docena de palos, los cuales solían incluir dos play-clubs (para salir desde el tee), un driver, tres o más spoons (madera 3), un niblick de madera, (actual hierro 9) y un putt también de madera.
Se cree que los orígenes de los palos de golf fueron en Escocia durante el siglo XV estaban hechos de madera, con una cabeza pesada, además de un fuerte mango que tenía el grip, o lugar donde se colocan las manos, recubierto de piel de oveja, cerdo o vaca, o de gamuza.
Más tarde, alrededor del año 1700, se incorporaron los palos de metal, en principio como herramientas adicionales para realizar jugadas especiales, pero que poco a poco, fueron sustituyendo a los palos de madera de cabeza alargada.
LOS FABRICANTES ARTESANOS DE PALOS DE GOLF
Los fabricantes artesanos de palos de golf que trabajaron durante los siglos XVIII y XIX eran un grupo fascinante de hombres que tuvieron un papel fundamental en la historia del juego del golf. Los primeros palos los hacían carpinteros, torneros o fabricantes de arcos, y sus conocimientos eran transmitidos de generación en generación.
Los negocios familiares estaban generalmente asociados a clubes específicos, tales como Musselburgh, St. Andrews o Leith. Muchos de los fabricantes de palos fueron notables jugadores de su época, como Willie Park Snr, ganador del primer Campeonato Abierto celebrado en 1860, Willie Dunn Jr, vencedor en el primer abierto de Estados Unidos “no oficial”, y el legendario Tom Morris el Viejo.
Los fabricantes artesanos de palos de golf fabricaron aquellas maderas de larga cabeza que predominaron en el golf hasta la década de 1880. Antes de la industrialización, con la introducción de maquinaria, todas las partes de los palos de madera se hacían a mano. Así, para fabricar un “playclub”, el artesano debía tallar un bloque de madera dándole forma de cabeza con un casquillo donde insertar el mango.
Para ello utilizaba un torno especial, adaptado al banco donde trabajaba y sostenido por una barra que se hallaba fijada al suelo para garantizar una total rigidez. Muchas de las herramientas utilizadas eran las propias de un carpintero, sierra, martillo, destornillador, limas cepillos y brocas. Además se empleaba un mechero Bunsen para fundir el plomo con el que después rellenar una ranura practicada en la parte posterior del palo para dar contrapeso y fuerza a la cabeza.
En la cara y en la parte trasera de ésta se insertaban pequeños entredoses para minimizar el daño producido por el contacto con piedras y rocas. Los fabricantes de palos también empleaban sellos para identificar cada uno de sus productos, y gracias a ellos podemos conocerlos hoy en día.
Entre otros nombres famosos de artesanos de la época podemos citar los de la familia Dickson de Leith; Simon Cossar, también de Leith; Hugh Philip, de St. Andrews (el primer fabricante de palos que se ocupó de dar a las maderas un equilibrio y forma aerodinámica); Andrew Strath, también notable jugador, que ganó el abierto de 1885 y la familia Patrick, de Leven, en Fife.
Algunos de estos hombres eran tan sólo fabricantes de palos, otros, sin embargo, trabajaban el los links como encargados del cuidado de los greens, una especie de chico para todo que jugaba al golf, supervisaba la buena conservación del campo, daba clases, cobraba las cuotas de los socios del club y arreglaba cualquier cosa que se hubiera roto, desde una guadaña hasta un putt.
Poco a poco este oficio fue evolucionando y con el tiempo los fabricantes de palos fueron convirtiéndose en modernos profesionales. Los hierros se utilizaban menos que las maderas hasta finales del siglo XIX. Sin embargo, conforme el juego fue adquiriendo popularidad, se incrementó la variedad de palos de hierro.
Entre los fabricantes de hierros conviene destacar a Robert Brodie, James Anderson, de Anstruther, la familia Carrick, John Gray, Robert White y Robert Wilson. Los primeros hierros se fabricaban a partir de dos piezas de metal, que después eran fundidas y forjadas a martillo. Los nombres de algunos de estos fabricantes de “cleeks”, inscritos en estos palos, son Craigie, Brand, Nicholson y Stewart.
LOS PRIMEROS DRIVERS
Fueron, sin lugar a dudas, los elegantes play-clubs, con su cabeza plana y alargada los que caracterizaron el golf que se jugaba durante los siglos XV y XVI. Se trataba de palos flexibles de mango largo, que permitían alcanzar grandes distancias desde el tee de salida. Con un swing firme y raso hacían rodar la bola con gran rapidez, pero se rompían fácilmente, por lo que los jugadores solían llevar siempre consigo uno de repuesto.
El palo para jugar en la calle de entonces era más corto que el play-club, y se utilizaba para levantar la bola desde posiciones favorables, una vez en la calle, o darle la altura adecuada cuando se tenía el viento en contra. Después surgieron los spoons (el equivalente a la actual madera 3, también llamada scraper) de distintos tamaños, que permitían atacar la bola desde posiciones diversas. Cada palo difería de los demás en cuanto a la longitud del mango y el grado de inclinación de la cara anterior de la cabeza respecto a éste.
El baffing spoon, por su parte, era un palo fuerte, especialmente ideado para levantar chuleta al golpear la bola, de forma que así ésta alcanzara la mayor altura posible con un mínimo de distancia. El niblick (equivalente al actual hierro 9) era de madera, tenía bastante grado de inclinación y se utilizaba para sacar la pelota de bunkers y otras posiciones difíciles.
Finalmente estaba el putt de madera, más ancho y con una cabeza más corta que los otros palos. Colocado en posición vertical, esta madera tenía la cara anterior recta y una cabeza sorprendentemente pesada.
Contra lo que cabría pensar de unos palos tan primitivos, el putt de madera resultaba muy manejable. En cuanto a las cabezas, si bien diferían en cuanto a tamaño, todas estaban elegantemente diseñadas, bien contrapesadas y decoradas de forma atractiva, en color ocre o negro.
LOS ANTIGUOS PALOS DE GOLF BULGERS, BRASSIES Y BAFFIES
La llegada de la bola guttie cambió de forma radical el diseño de palos de golf. La nueva bola, más dura y pesada resultaba imposible de controlar con las finas maderas de cabeza alargada, que se estropeaban fácilmente al golpearla.
Así pues, y a partir de 1880, las cabezas volvieron a ser anchas y pequeñas, favoreciendo la aparición del bulger, un drive de cara convexa, especialmente diseñado para evitar, en la medida de lo posible, los golpes con efectos no deseados. Asimismo, a finales del siglo XIX los spoons fueron desapareciendo, siendo sustituidos por el baffy y la brassie, cuya cabeza estaba unida al resto del palo mediante una pequeña placa de bronce situada en la base (de ahí su nombre: "brass" significa bronce en inglés).
Al mismo tiempo aumentó el número de hierros, fundamentalmente porque su fabricación era más barata y, al contrario de lo que ocurría con la bola feathery, no estropeaban la guttie, al ser esta última mucho más dura. Hacia 1900 los hierros, cada uno con un loft o grado de inclinación distinto, constaban de un cleek para efectuar el drive, un lofter, un mashie, un hierro para la arena o sand iron, un niblick y otro cleek para patear.
Las nuevas cabezas, al ser más anchas y pesadas, hacían posible perforarles un pequeño agujero donde insertar la varilla, perfectamente pulida y por lo general, hecha de madera de nogal, resultando así un palo mucho más elástico. Este método fue más tarde sustituidos con algunas variantes, incluyendo la del palo de una sola pieza. Éste estaba hecho e madera de fresno, cornejo o espino, que por lo general, se obtenía de las ramas inferiores del árbol o de las mismas raíces.
La parte de la raíz, más bulbosa, se utilizaba para la cabeza, mientras que la de las ramas resultaba idónea para la fabricación de la vara. Otras peculiaridades incluían una extensa gama de entredoses, utilizados en los drivers para proteger la cara del palo del impacto de la bola. Estos entredoses podían estar hechos con los más variados materiales, desde cristal, goma, pizarra, marfil e incluso piel de rinoceronte o elefante.
En la cara del palo, se probó a colocar una pequeña tira de metal en forma de muelle enrollado, con el objeto de dar mayor impulso a la bola al golpearla. En el extremo y en la base se introdujeron trozos de plomo, para ayudar a aquellos jugadores que tenían dificultades a la hora de enviar la pelota en la dirección deseada.
Hay que decir que la mayor parte de esos peculiares inventos no llegaron al mercado, si bien hoy, hasta hace pocos años, seguían utilizándose los entredoses. También se fabricaron palos con cabezas de metal. Primero los putters, con un diseño muy similar al de sus equivalentes en madera, y que se hicieron populares rápidamente, hasta el punto en que, en 1895, la creciente demanda llevó a los fabricantes a diseñar un equipo completo de palos hechos de metal, incluyendo drivers, cleeks y mashies.
LOS ORÍGENES DE LA BOLA DE GOLF
A principio del siglo XVIII, la bola feathery sustituyó a la bola de madera, probablemente de haya, que es la primera que se conoce. Estas bolas de plumas (feather), de costosa fabricación y que se estropeaban fácilmente, se siguieron utilizando durante bastante tiempo, hasta la feliz aparición, en 1948, de la bola de gutapercha.
No hay un solo elemento que haya influido más en la historia del golf que la bola. La naturaleza y la efectividad de los distintos tipos de bola han determinado la evolución del juego y han influido en la formación de los clubes.
Además de dura, la tarea de fabricar una bola de plumas resultaba perjudicial para el que la llevaba a cabo. Sus pulmones se llenaban del polvo de las plumas, y su pecho acababa debilitándose por la presión constante de rellenar la pelota, que sujetaba contra su cuerpo dentro de un molde de madera.
Ni el artesano más experimentado era capaz de fabricar más de cuatro bolas al día; de ahí su elevado precio: entre tres y cuatro chelines, a menudo superior al del propio palo. A pesar de sus desventajas, la feathery prestó un servicio importante durante más de 200 años, hasta la mitad del siglo XIX. De los primeros fabricantes de estas bolas de plumas, las familias Goulay y Robertson son las más conocidas.
En 1948 hubo un cambio fundamental con la llegada de la gutapercha, una goma vegetal procedente del árbol tropical gutta. Se descubrió que este material era maleable si se introducía en agua hirviendo, para luego endurecerse cuando se enfriaba, una vez se le había dado la forma de pelota. Además, en caso de accidente o rotura, podía dársele forma de nuevo con solo volverlo a hervir. La nueva pelota de gutapercha (más conocida por guttie) pasó a heredar las funciones de la costosa feathery y convirtió al golf en un juego accesible para las gentes menos adineradas.
Facilitó la estandarización e hizo posible prestar más atención al tamaño y al peso de la bola. Los fabricantes empezaron a marcar las bolas con su peso, que oscilaba entre los 39 y 46,5 gramos y su nombre.
Con la creciente popularidad del juego, fueron apareciendo más fabricantes; antes del final del siglo, la mayoría de las compañias de ruedas de coche y de goma se dedicaban ya a la fabricación de pelotas de golf. El reinado de la guttie duró hasta la aparición, en el siglo XX, de la pelota Haskell, que tenía el centro de goma.
LAS PRIMERAS BOLSAS DE GOLF
Las mejoras y modificaciones introducidas en la fabricación de palos y bolas durante la segunda mitad del siglo XIX estuvo acompañada por los nuevos avances en el equipo auxiliar, no directamente relacionado con el juego. Así, fue fundamental la introducción de una bolsa que sirviera para cargar los palos, que hasta ese momento solían llevar los mismos jugadores o el caddie bajo el brazo.
Las bolsas de palos de golf aparecieron por primera vez en el mercado entre los años 1885 y 1895 y eran, o bien una cesta alargada en forma de tubo o un trípode de madera sosteniendo una bolsa de lienzo, que podía ser transportado por medio de un asa. El trípode estaba hecho de forma que las patas pudieran abrirse automáticamente una vez se hubiera apoyado la parte inferior de la bolsa en el suelo.
Hacia finales de siglo, la bolsa se había convertido en una parte esencial del equipo del jugador de golf, que permitía acarrear gran cantidad de accesorios, tales como los tees, un paño para limpiar las bolas en forma de pequeño saco, esparadrapo para las ampollas y cinta multiusos para posibles reparaciones.
LOS PRIMEROS CADDIES DE GOLF
La palabra caddie viene del francés cadet, nombre que se le daba a ciertos jóvenes que servían en las fuerzas armadas o en el ejército. Los cadets eran considerados como una especie de pajes, porteros o sirvientes, y así, en el argot golfístico, el término caddie paso a denominar a aquel que llevaba los palos en el terreno de juego.
Los primeros caddies de golf eran fundamentalmente muchachos jóvenes, de los que se esperaba que fueran capaces de seleccionar el palo correcto a utilizar en cada ocasión, colocar la bola en el tee y ocuparse de quitar y poner la bandera colocada en cada green. También tenían la obligación de ser lo más silenciosos posible.
Al evolucionar el golf, también lo ha hecho la situación de los caddies. Durante mucho tiempo se les trató como meros porta carros que recibían unos pocos peniques por estar dos horas y media al servicio del jugador. Hoy en día, sin embargo, ser caddie profesional de jugadores de los circuitos profesionales se ha convertido en una profesión seria, donde los mejores son bien remunerados y recorren el mundo como empleados de los grandes jugadores profesionales, muchos de los cuales empezaron también siendo caddies.
Por el contrario, los numerosos caddies normales que trabajaban en los clubs de golf, fueron paulatinamente desapareciendo a partir de los años 90 con la llegada de los carritos eléctricos.
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